Bélgica es un país relativamente pequeño pero lleno de ciudades que rivalizan en belleza.
Está dividida en tres Regiones: Flandes, Valonia y la región de Bruselas-Capital. A los flamencos y valones no les separa únicamente el idioma (los primeros de habla neerlandesa y francófonos los segundos) sino que viven en planetas separados y Bruselas (bilingüe) es su único punto de conexión. La situación actual es compleja y, como siempre, el tiempo nos desvelará el desenlace.
Las que atraen más turismo después de su capital Bruselas, son el trío flamenco como las llamo yo: Brujas, Gante y Amberes, tres joyas que aparecen en todos los catálogos turísticos del país.
En un primer viaje a Bélgica visitamos Bruselas y Flandes y un año más tarde conocimos dos ciudades valonas que, por su proximidad siempre van unidas: Dinant y Namur.
La primera etapa de nuestro recorrido fue Dinant, conocida también como la “ciudad del saxofón” ya que en ella nació Adolphe Sax, inventor del instrumento o también como la “hija del Mosa” el caudaloso río que la atraviesa. La ciudad en sí está literalmente encajada entre el acantilado y el río lo que le da un aire agreste pero atractivo y fotogénico a la vez.
Es una ciudad pequeña pero vivió una época de gloria económica, cuando el trabajo del cobre (en las llamadas dinanterías) era muy apreciado en la zona renana y en Londres.
Dinant: Colegiata en primer plano y Ciudadela |
Mercado de flores en Dinant |
Calle de Dinant con la Ciudadela siempre presente |
Los lugares más destacados son su Colegiata y la Ciudadela:
Campanario de la Colegiata |
Interior de la Colegiata |
La mejor manera de admirar la Colegiata y el acantilado es cruzando a la orilla opuesta del río. Parece cierta la existencia de un puente en la época romana pero el actual fue inaugurado en 1953 y está dedicado al Presidente francés Charles de Gaulle que fue herido en ese lugar el 15 de agosto de 1914. Desde el centro del puente el río se contempla inmenso y gracias al espléndido día algunos se animaron a alquilar barquitas a motor para dar un paseo por sus tranquilas aguas.
Puente Charles de Gaulle sobre el río Mosa |
Río Mosa a su paso por Dinant |
En cuanto a la Ciudadela: Si no se dispone de coche, se puede subir en funicular, cuya estación se encuentra en la Plaza Mayor , justo al lado de la Colegiata , o subir las 408 escaleras.
Fue edificada en el año 1051 por el Príncipe-Obispo de Lieja y domina toda la ciudad. Como cabe esperar, la historia de la fortaleza va ligada a la agitada historia de la ciudad. En 1868 dejó de ser militar, en 1878 pasó a manos privadas y durante la I Guerra Mundial cayó en manos de los dos bandos viviendo uno de sus peores capítulos. De la II Guerra Mundial se conservan varios cañones de las fuerzas alemanas que utilizaron la Ciudadela como fuerza antiaérea contra los aliados.
Se puede visitar el pequeño cementerio inaugurado en 1923, donde descansan los 1200 soldados franceses muertos durante los combates de 1914. El monumento llamado “El Asalto” es obra del escultor Alexandre Daoust e ilustra la retoma de la Ciudadela por los franceses el 15 de agosto de 1914.
Cementerio francés junto a la Ciudadela. Dinant |
Es fácil adivinar la casa donde nació Adolphe Sax el 6 de noviembre de 1814, ya que justo delante se encuentra una bonita estatua del músico con su saxofón. Unos pasos más adelante hay una plaza dedicada a su memoria e incluso las rejas de los árboles están decoradas con notas musicales. Otro gran saxo dorado se levanta delante de unas fuentes … en fin, que por lo visto, los habitantes de Dinant se sienten muy orgullosos de su hijo ilustre y tienen muy claro que no quieren que este hecho pase desapercibido.
En relación con el tema musical se puede visitar la Maison de la Pataphonie , un lugar donde se pueden descubrir multitud de sonidos a través de diferentes objetos, montajes o materiales y orientado a todos los públicos.
Escultura que representa a Adolphe Sax |
El saxofón, presente en muchos rincones de la ciudad |
Músicas aparte, el dulce típico de la ciudad son las llamadas couques de Dinant, una especie de galleta elaborada de forma artesanal con harina, miel y azúcar. Se pueden encontrar de todos los tamaños y de las formas más variadas, lo que las convierte en uno de los típicos souvenirs. Como nos gusta probarlo todo, no nos cuesta demasiado entrar en una pastelería que tiene un escaparate muy bien surtido. No saben mal, demasiado dulces para mi gusto, pero son tan duras que incluso me quedó la mandíbula dolorida. Habíamos pensado comprar para llevar a la familia pero no es un producto apto para todas las dentaduras.
Couques de Dinant |
Lo que sí es obligado comer no sólo en Dinant sino en cualquier viaje a Bélgica son los mejillones, el plato típico del país. No sé cual es la mejor época para comerlos pero en algunos restaurantes colgaba el cartel de “les moules sont arrivés”. Nos sentamos en la terraza del restaurante Chez Bouboule, frente al río, y nos decidimos por unos mejillones al vino blanco y ajo, y una trucha a la meunière, acompañado con una cerveza Leffe, belga, por supuesto. Una negra y una rubia, para probar las dos. Supongo que el ser una soleada mañana de domingo tuvo algo que ver con la cantidad de coches deportivos que pasaban contínuamente ... quizás los millonetis vecinos luxemburgueses se animaron a salir a pasear con sus "juguetes".
De Dinant a Namur sólo hay 39 km que se pueden hacer por autovía en nada. De todas formas, es mucho más recomendable seguir la carretera que corre paralela al río y admirar los pueblos y magníficas casas que se van encontrando.
Carretera de Dinant a Namur |
La primera imagen al llegar no puede ser otra que la gran magnitud del río y del puente que lo atraviesa, pero Namur no tiene un solo río, sino dos, ya que es aquí donde las aguas del río Sambre se unen al Mosa.
Es la capital de la Región de Valonia y ese aire de capital se nota en sus calles. En contraste con la tranquila Dinant, que con tan solo unos 13.000 habitantes se puede considerar un pueblo grande, Namur multiplica casi por 10 la población y sus más de 100.000 habitantes la convierten en una ciudad dinámica y atractiva gracias a su gran oferta cultural y a su patrimonio, a lo que ayuda el que sea una ciudad universitaria.
Río Mosa a su paso por Namur |
Río Sambre justo antes de unirse al Mosa |
Lo primero que hacemos es subir a la Ciudadela, desde donde hay unas espléndidas vistas de la ciudad. El recinto es enorme y además de albergar las piedras que esconden las batallas por hacerse con tan estratégica fortaleza, se trata de un gran parque público y del mejor mirador de Namur.
Ciudadela de Namur |
Algunas vistas desde la Ciudadela:
Río Sambre, Catedral e Iglesia de Saint-Loup |
Catedral de Saint -Aubain. Namur |
En el casco antiguo podremos encontrar tanto grandes plazas y magníficos edificios barrocos como estrechas callejuelas y rincones donde parece que se ha detenido el tiempo.
La plaza más importante es la Plaza de Armas, y en el número uno se encuentra el imponente edificio de la antigua Bolsa, actual Palacio de Congresos.
Delante de la fachada principal se puede ver una simpática escultura donde se representa el símbolo de los habitantes de la ciudad, el caracol, ya que a pesar de ser muy alegres se consideran algo lentos. Los dos personajes son D’Joseph y Francwès (o François), dos individuos nacidos de la imaginación del artista namuroisJean Legrand y protagonistas de varias historietas del folclore local, lo que vendrían a ser los Laurel & Hardy en versión belga. La escultura de bronce la realizó la artista Suzanne Godart en el año 2000.
D’Joseph y Francwès y sus caracoles, el símbolo de la ciudad |
Anexo al mismo edificio destaca el Campanario o Beffroi. También lo encontraremos con otros nombres como Belfort, Belfry o simplemente Altalaya. Muchas ciudades tanto flamencas como valonas conservan ese tipo de torres civiles construidas la mayoría durante la Edad Media y que servían básicamente como torres de vigilancia aunque también eran los archivos municipales donde se guardaban los documentos importantes de la ciudad o incluso donde los comerciantes podían almacenar sus mercancías. En 1999 la UNESCO declaró Patrimonio de la Humanidad a 32 torres de diferentes estilos construidas entre los siglos XI y XVII y repartidas por todo el país, entre ellas la de Namur. Originalmente se llamaba Tour de Saint Jacques y se empezó a construir en 1388 aunque su aspecto actual es del siglo XVI. El Campanario de Namur se hallaba en la torre de la iglesia de San Pedro, en la Ciudadela, pero debido al incendio de 1745 que provocó su destrucción, la campana se trasladó a la Torre de Saint Jacques que era la más alta de la muralla. Fue entonces cuando se rehabilitó para dar cabida a la campana que anunciaba la apertura y cierre de las puertas de la muralla. Actualmente acoge exposiciones de arte.
Campanario o Tour de Saint Jacques |
Junto a la Plaza de Armas se encuentra la Plaza del Teatro, donde se levanta el Teatro Real, reconstruido en 1863 tras un incendio en estilo italiano. Es un buen lugar para sentarse a descansar en una de sus terrazas aunque quizás es más acogedora la Place Marché aux Légumes, en pleno corazón histórico.
La Place Marché aux Légumes estaba en obras, pero los múltiples restaurantes y brasseries que la invaden, hacían pasar casi desapercibidas las vallas y andamios, mientras que la torre de la Iglesia de San Juan Bautista parece estar vigilando todo lo que pasa a su alrededor. Forma un pequeño cuadrilátero donde desembocan algunas calles estrechas, con un trazado que no ha variado desde la Edad Media. Está rodeada de casas de los siglos XVIII y XIX con sus fachadas de ladrillos y piedra y las esquinas achaflanadas para que pudieran doblar mejor los coches de caballos. Aquí se encuentra el café “Le Ratin-Tot” de 1616, el más antiguo de la ciudad. En el centro se puede ver una columna monumental de piedra calcárea construida en 1778. Se trata de una bomba de agua utilizada cuando aún no había agua corriente en las casas.
Teatro Real. Namur |
La Place Marché aux Légumes estaba en obras, pero los múltiples restaurantes y brasseries que la invaden, hacían pasar casi desapercibidas las vallas y andamios, mientras que la torre de la Iglesia de San Juan Bautista parece estar vigilando todo lo que pasa a su alrededor. Forma un pequeño cuadrilátero donde desembocan algunas calles estrechas, con un trazado que no ha variado desde la Edad Media. Está rodeada de casas de los siglos XVIII y XIX con sus fachadas de ladrillos y piedra y las esquinas achaflanadas para que pudieran doblar mejor los coches de caballos. Aquí se encuentra el café “Le Ratin-Tot” de 1616, el más antiguo de la ciudad. En el centro se puede ver una columna monumental de piedra calcárea construida en 1778. Se trata de una bomba de agua utilizada cuando aún no había agua corriente en las casas.
Place Marché aux Légumes y bomba de agua en el centro |
Torre de la Iglesia de San Juan Bautista |
Siguiendo por la rue de la Croix se llega a la Iglesia de Saint-Loup, la antigua iglesia del convento de los jesuitas construida entre 1621 y 1645 y uno de los mejores ejemplos del barroco en Bélgica.
También es barroca la Catedral de Saint-Aubain, con unas bellas columnas corintias tanto en su fachada como en el interior, a pesar de que necesita un buen lavado de cara. En el extremo opuesto de la plaza vemos el antiguo palacio Episcopal, actualmente un edificio del Gobierno Provincial.
Catedral de Saint Aubain |
Si se dispone de más tiempo se pueden visitar dos Abadías que están a pocos kilómetros de Namur: La Abadía de Notre Dame de Leffe que dio nombre a la conocida cerveza Leffe la cual se fabricaba en la misma abadía y también la Abadía de Floreffe, otra de las fábricas más antiguas de cerveza del país.